viernes, 27 de junio de 2014

El circo sigue....



Dicen que escribir en caliente nunca es buena idea, quizá tengan razón. No obstante, ya hace días que las dos se lo veían venir. La jefa acabaría dando un golpe sobre la mesa, pretendía reponerles el sitio en el circo, el que ella pensaba que merecían ocupar, pero sin que ellas lo hubieran pedido.

Es cierto, todo giraba entorno a ellas, lo sabían, pero sin mal ambiente entre todos los que conformaban el circo. Mañana la roulotte saldría en busca de nuevos escenarios y las dos tenían claro que el cable y el trapecio no iban a quedarse en tierra, esto es el circo, amigos. Ellas venden. Pero no sólo eso, ellas hacen respirar al circo, lo tenían claro. Por eso aquel toque de atención a los circenses de la dueña-que-no-manda lo recibieron como un halago, pero también como un intento de ella de querer ser-ahí sin saber que no se puede entender nada si no se prepara el acontecimiento. Se vive. Quizá nunca llegue, pero hay que estar preparados.

Le dijimos a los demás que no ataran los hatillos y se fueran. Eran necesarios, los necesitábamos a todos. No se puede montar un circo con una colgada y una triste que no quiere cables, tampoco sin una mano firme que ponga orden, o que desordene, más bien (sigue sin saber nada). Estamos todos en el mismo barco y hemos de llevar el circo adelante, con la ayuda de todos los circenses.

Tenemos más espectadores que el resto, no lo negamos, pero sabemos que sin aire no se puede vivir.

Sí, nosotras somos las elegidas, nos gusta, además, pero no queremos estar solas en esto.



viernes, 20 de junio de 2014

Mirar desde abajo

Estaban convencidas. Llegaron a la misma conclusión las dos. El circo aumentaba, pero todo giraba entorno a ellas. Todos venían a ver su espectáculo, y de paso al resto.

Querían potenciar sus números, nuevas acrobacias con cable y trapecio. Se devanaron los sesos buscando qué modificar. El Prestidigitador avisaba que no iba a estar, el resentimiento del Payaso triste no era motivo para parar. El Domador debía salir del circo, siempre dijimos que no queríamos animales-fieras en estas pistas. El Mago no terminaba de funcionar.

Necesitaban remodelar la plantilla. Gente que no fuera a mirarlas desde abajo, esperando, con miedo. Todos ellos habían levantado la cabeza para ver lo que, se suponía, era una rutina; hacer lo que se sabe hacer, cada noche. No lo entendían, todo estaba controlado, el cable y el trapecio.

No obstante, el Prestidigitador pensaba que las engañaba, el Payaso que nunca lo verían y el Domador las miraba desde una jaula que creía su cárcel. Ellas sólo pretendían mostrar lo que podían hacer, sin juicios ni espectadores.

Mirar desde abajo nunca muestra lo que pasa antes de saltar a la red o el trapecio. Sólo es esperar. Todos ellos hablaban de su miedo, nunca pensaron en los suyos. No las querían ver caer, pero tampoco pensaron en lo que un fino cable supone. Tampoco lo que puede ser olvidarse del público, lo que es hacer lo que se quiera cuando se preste el momento.

Señores circenses, relax. No sabotearán sus respectivas actuaciones, que no se vaya el Prestidigitador y que el Payaso recobre su nombre. Del Domador sólo dirán que tenga a sus fieras más que bien cuidadas, que se cuide también.

El resto de circenses también son bienvenidos. Todo lo que sea quitar protagonismo a la Funambulista y a la Trapecista, que no se empeñen en mirarlas desde abajo, es una novedad.

Miradlas a los ojos. Que os dejen. Es la única premisa.

martes, 17 de junio de 2014

Merendar en las nubes

¿Merendar en las nubes? Jamás practicó para eso. ¿Salir con una red de fondo? No tenía ningún sentido. Las dos se empeñaban en demostrar que las redes no servían para nada, que estaban por puro decorado.

Los demás las esperaban abajo, aguantando el aire durante su número. Es posible que los demás lo pasaran mal, pero ellas habían crecido entre cables y engaños. Un número más no iba a suponerles el salto al vacío. Siempre que saltaban tenían a alguien mirando, con la respiración contenida y el susto en el cuerpo. Amigos circenses, no son tontas, saben el suelo que no pisan.

Que no se paren las rotativas pero que se encienda la magia, que venga el Mago. Algunas veces llega y es real. Era el tipo que faltaba en el circo. Tuvimos a un  Prestidigitador que sólo pretendía contentar a todos con su mentira. Un payaso triste que se quería vender a las fieras.  Ilusionemos al público con que puede ser real. Otros vendrán a decirnos que no, que nuestro tiempo pasó hace algunos años. Pero ahora no podrán evitar el futuro. Que me lo cuenten, todos ellos, que saquen de la chistera algún momento mágico.

Siguen sin querer merendar en las nubes, tampoco que les alargues el cable, ellas son así. No tienen necesitad de nadie hasta que la tienen. Sé que no esperan nada más allá de un mañana. Necesitan a gente para montar el Circo.

 Necesitan que te lances, que vengas  de cualquier manera, y montarlo. A su manera, el Circo. #TheShowMustGoOn


jueves, 12 de junio de 2014

Decisiones

Llegó Junio y, en el circo, todos decían los mismo, los chavales no vendrán, eran días raros. "Los mayores sólo traerán a niños que nunca podrán entender el riesgo; siempre van a querer ver la caída como en las pelis, pensando que el golpe no es de verdad". Los miembros del circo iban locos; querían maquillarse pero no tenían muy claro para qué.

Llegó la dueña y puso orden. "La Funambulista, a preparar el gran número, Agosto ya está aquí", "La Trapecista, lo mismo. Pensad el próximo número y ved que hacéis. Combinad". "Del Prestidigitador espero nuevos números". "Payasos, preparaos para rellenar entre acto y acto, pero sin números tristes. Hemos de evitar que se note el cambio entre funciones". "Acróbatas y malabaristas, más de lo mismo. Ellas son las que han de brillar". "No quiero tener que acabar vendiendo el circo".

La última frase fue la que más dolió, el resto sólo eran órdenes.






sábado, 7 de junio de 2014

Obrigado

La funambulista siempre quiso decir "obrigado", esperaba tener un público portugués. No busques explicaciones, con ella iba el fado. No era ser triste, era ser fado. Lo consiguió aquella noche, todos lloraron sin que ella se descolgara del cable, aguantó, aguantamos.

"Obrigrado", dijo.Y una vez más, nadie la supo entender. 

viernes, 6 de junio de 2014

Más circo

Eran días de descanso. El Circo estaba muerto. Las dos se lo tomaron con la suficiente calma, como para no dejar de ensayar. No importaba este standby, ni los días de demora. Seguían ensayando como hasta hoy, con la sola intención de perfeccionar la técnica. Siempre se lo decían "eres buena en lo tuyo", "me encantaría saber hacer lo que haces". Mientras, las dos iban maquillándose, haciéndose confesiones que no vienen al caso. 

Ellas vivían, no necesitaban nada más. Ni prestidigitadores, ni payasos cojos. Sabían dónde estaban. Las telas y los cables no les impedían ver el bosque. Algún compañero les dijo que se andaran con ojo, siempre hay alguno que te pone los pies en el suelo. Ellas seguían tranquilas, sabían que lo que estaban haciendo sólo llevaba a un número final. 

Se iban peinando, se aconsejaban. "Ya has salido demasiadas veces", "Me falta la última función", "Mañana no habrá nadie", "Nadie son demasiados", "No vas a querer escucharme", "No sé por qué seguimos hablando".

Las dejé justo en ese momento. Pero me enteré de que salieron las dos a escena. Nadie había, pero estaban todos. Todos las querían ver improvisar. No diré que fue el gran momento, pero no estuvo mal. 

domingo, 1 de junio de 2014

Sin Cable

Ser Funambulista está bien, aunque sea por ver a la gente aplaudiendo, aunque sea porque espera tu caída. Los duros a pesetas quedaron atrás, hoy sólo cuenta el más difícil todavía. Ya no hay versiones ni subtítulos, todos agradecían no tener que leer, sólo escuchar (ella no). 

Ella funambulaba, esperaba un rescate. Sabía que nunca vendría, las cosas de Lisboa iban lentas. Quiso acelerarlas, un instante, tampoco podía. Se dejó al margen, tampoco podía. Vendrían. 

Nadie vendrá a rescatarnos. Tampoco lo espero, ya sabes, estoy acostumbrada. Nadie será más que yo. Sigues sabiéndolo, no creo que sirva de nada. Seguiremos en tu pista de circo. Sabes que yo intentaré huir de ese espectáculo. Sabes que, igual, me querrás por eso. Sabes que igual me odiaré por ser tan comercial. 

Por eso escribo, porque no necesito ayuda. Sé lo que hay, nunca renegué del cable, tampoco renegaré cuando me lance a cruzarlo, sin él. Nos veremos al otro lado, siempre.