Mientras esperaba su llamada se encendió otro cigarro. Esperó y le dio una calada. Siguió esperando y el cigarro amenazaba con consumirse. Estaba a punto de acabarlo, las últimas columnas de humo se deshacían en el aire y fingió que ya no esperaba. Fingió ponerse en marcha, hacer cosas en casa y, mientras, el maldito teléfono seguía sin sonar.
Sin darse cuenta puso un CD. El equivocado, como siempre que ponía uno sin pensar. Siempre conseguía poner los que le ponían triste y esta vez no iba a ser una excepción.
De pronto, Ismael Serrano le decía que hiciera de todo, todo menos coger el teléfono maldito. Prefería que estuviera pendiente del goteo del grifo a que descolgara.
Se sentó en el sofá y se dejó llevar por la música; pero sabía que seguía esperando, así que encendió otro cigarro y apagó las luces para dejar unas velas sobre la mesa. Después respiró hondo y desconectó el teléfono.
miércoles, 27 de octubre de 2010
viernes, 22 de octubre de 2010
Funambulistas y suicidas...
Te quiero como el funambulista a su cable de acero o el suicida a su cornisa... Duele, pero es bonito no saber quién pertenece a quién.
lunes, 11 de octubre de 2010
Visita guiada
Volver a casa nunca me había parecido tan sugerente. Pero esta vez ha sido distinto, volver a ver las caras de siempre, pero cambiando mi situación personal. Ha sido bonito volver por unos días y fingir que nunca me he ido.
Aún no he tenido tiempo de echar de menos, pero volver nunca está de más. Reconocer olores en casa, abrazar a mi madre, hablar con mi padre o fumar con mi hermana mientras de fondo se escucha música árabe y con velas como única fuente de luz con la que mirarle a la cara (como demostrando que aún sigues en Granada, que la vuelta no es definitiva).
Pasear por las calles de siempre, ver grandes avenidas que dejan a la Gran Vía granadina como una estrecha calle del Carmen, volver a los cafés solitarios, visitar a los amigos, retomar conversaciones que siempre quedan inacabadas... son sólo algunos de los placeres que se pueden experimentar únicamente habiéndote ido, aunque sea temporalmente.
Bonito, corto e intenso. Como debe de ser.
Aún no he tenido tiempo de echar de menos, pero volver nunca está de más. Reconocer olores en casa, abrazar a mi madre, hablar con mi padre o fumar con mi hermana mientras de fondo se escucha música árabe y con velas como única fuente de luz con la que mirarle a la cara (como demostrando que aún sigues en Granada, que la vuelta no es definitiva).
Pasear por las calles de siempre, ver grandes avenidas que dejan a la Gran Vía granadina como una estrecha calle del Carmen, volver a los cafés solitarios, visitar a los amigos, retomar conversaciones que siempre quedan inacabadas... son sólo algunos de los placeres que se pueden experimentar únicamente habiéndote ido, aunque sea temporalmente.
Bonito, corto e intenso. Como debe de ser.
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