martes, 22 de febrero de 2011

Miradas

Últimamente me ha dado por confesar secretos, cosas sin importancia y partes ocultas que pensaba que jamás mostraría. Hoy tocan las miradas.

Es un hecho, no sé sostener la mirada. Cuando alguien me habla nunca sé dónde mirar y a veces pierdo el hilo de la conversación porque me empiezo a preguntar si a la distancia en la que estoy, en vez de mirar a los ojos miro a la nariz, la otra persona lo notará.

Me incomodan muchísimo las miradas largas, ésas que te penetran bien adentro y descubren lo que estás ocultando con las palabras. No sé enfrentarme a las miradas de Ana, de cualquiera, de nadie, incluso en la calle. Voy mirándolo todo pero cuando noto una mirada sobre mí no puedo evitar agachar la cabeza, refugiarme en el abrigo gris y mirar al suelo.

Lo intento, a veces lucho contra mí misma en una conversación y me obligo a mirar a los ojos. Aunque algunas veces gano, lo cierto es que la mayor parte del tiempo me descubro mirando a cualquier otro lado.

Mucha gente dice que si no miras a los ojos es porque mientes, porque ocultas cosas... Prometo que no miento en las grandes conversaciones, eso lo sé, tal vez oculte insconscientemente, pero es que me siento desnuda. No creas, me encanta ver que la gente es capaz de aguantar la mirada, que es capaz de no rehuir a lo que mira, siente o quiere, pero yo no consigo olvidarme de esa mirada que me escruta, que espera cosas de mí, que desconozco, que conozco y sé que me conoce.

Si cuento algo importante, la mirada se me va al cielo como buscando la inspiración; si confieso algo busco la fuerza y la valentía en alguna parte lejos de la persona que me escucha; si cuento cómo me ha ido el día, miro hacia delante para contarlo de un tirón; si hablo con Ana y sé que lo que digo no tiene sentido, es demasiado serio o me cuesta contarlo, miro su pelo, mis anillos o lo que me encuentre con tal de no sentirme descubierta. Y así con todo.

La única manera que tengo para decir algo importante es escribiéndolo, sin la otra persona que reaccione a mis palabras delante (también me vale la luz apagada con una vela que ilumine la habitación y me deje en penumbra), pero ¿mirar a los ojos? Soy incapaz. Me avergüenza confesarlo y me avergüenza sentirme como me siento ante una mirada directa, pero no consigo salir de mí.

No sé cuál es mi problema con las miradas. Me gustan los ojos, mucho, es lo primero que miro de una persona, pero sólo durante unos segundos. Luego me he de conformar con mirar el resto de la persona porque no tengo valor para aguantar la mirada de esos ojos que me miran y me descubren, que saben más de mí de lo que estoy dispuesta a mostrar. Quizá sea eso.

2 comentarios:

  1. Saps? aquests ulls davant els teus, també tenen por, també secrets, també certeses .... a mi les mans i els ulls m'agraden molt, moltíssim. A més els meus ulls m'agraden, diuen que és el millor de mi. Serà per suplir coses pitjors jajaja. un petó

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  2. Saps?Sé que els ulls que em miren pertanyen a una persona, però no puc evitar sentir-me així. Eixa sensació de estar despullada, insegura, com una xiqueta que no sap res... no m'abandona.
    No sé mirar als ulls. És així. Encara que no perc l'esperança d'aprendre i vore als demés com em veuen a mi.
    Els llus sempre son bonicos, mostren més del que volem. Els teus son genials, no sé que suplixen, però són, que no es poc.

    Un bes gran i gràcies per la visita.
    M.

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