La trapecista dormía. La funambulista se olvidó de todo y se dejó llevar. Ni engaños al público ni hostias. Tocaba salir y seguir extendiendo el cable de acero que ella misma se tendía hasta el otro lado. Hasta donde llegara, sin más. ¿Error? Sí, seguramente. Como casi todo, no había réplica tampoco.
Lo sentimos, no hay más historia. Es lo que hay. Disculpen las molestias.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar:) Creo que nunca sabrás del todo lo increíble que eres, espero que algún día lo logres. Ojalá ese cable te lleve a zona segura y al final haya unos brazos que te recojan al dejarte caer. Mil besos!
ResponderEliminarEl poeta