Nunca sabría decir cómo pero la Funambulista saltó sin red de fondo, eso era lo mejor. Consiguió llegar al otro lado sin prisas, sin respiraciones contenidas. Llegó la noche y dijo que sí, se descargó del peso y miró al cable; hoy era el momento y suponía que el público sería escaso, eso también iba a ser de lo mejor de la noche.
Sólo un punto en la espalda iba a ser el símbolo de la derrota, todo lo demás había sido triunfo. Sólo una marca que, como ella ya sabía, tardaría unas semanas en desaparecer. El precio por fumar, ya se sabe. Balcón abierto y luz en la mesita desembocaba en picadura sin necesidad de preguntarse por qué.
Como resumen era poco; se dejaba las risas, el agua caliente de una bañera, las conversaciones entrecortadas, los libros, las frases que quedaron a medias, las preguntas que no se llegaron a pronunciar. Estaba bien, no obstante. A pesar de los mosquitos, parecía que todo había funcionado sin necesidad de red.
P.D. A veces, sólo eso funciona, y no está mal. Aunque sólo sea por un rato.
Sólo un punto en la espalda iba a ser el símbolo de la derrota, todo lo demás había sido triunfo. Sólo una marca que, como ella ya sabía, tardaría unas semanas en desaparecer. El precio por fumar, ya se sabe. Balcón abierto y luz en la mesita desembocaba en picadura sin necesidad de preguntarse por qué.
Como resumen era poco; se dejaba las risas, el agua caliente de una bañera, las conversaciones entrecortadas, los libros, las frases que quedaron a medias, las preguntas que no se llegaron a pronunciar. Estaba bien, no obstante. A pesar de los mosquitos, parecía que todo había funcionado sin necesidad de red.
P.D. A veces, sólo eso funciona, y no está mal. Aunque sólo sea por un rato.
Puede que fuese por eso, porque el payaso cojo notó la desinhibición, la tranquilidad de ánimo de la funambulista y decidió actuar sólo para ella. Esa sería su misión en la vida, hacerla reír, como fuese. Las actuacions en la pista serían otra cosa, oficio, técnica, pero delante de ella lo daría todo.
ResponderEliminarY lo consiguió. Si se la cruzaba entre las caravanas, trastabillaba y se caía. Si estaba en la ducha y la oía entrar, se quemaba. En el silencio de la noche, se caía de la cama o tropezaba con la mesita.
Y la oía reir, y él se reia. Puede que fuese eso lo que le dulcificó el carácter, o puede que sólo fuese que se había hecho mayor, y él no quería aceptarlo. Fuese lo que fuese, todo el circo notó el cambio.
Como ya dije, la Funambulista siempre fue capaz de valorar una sonrisa, incluso de hacerla crecer.
ResponderEliminarSentía la risa antes de que se oyera y se notaba reír con sólo imaginarlo. Daba igual que fuera el agua, el enchufe o la mesita. Sabía que el Payaso estaba, aunque seguramente era de paso.
Será que se hacía mayor, será que necesitaba respirar. Fuese lo que fuese, todo el circo notó el cambio.