Saber que no estaban solas era bonito, aunque lo bonito eran los pequeños detalles. Un buenos días al despertar o un cómo va todo a media tarde. Entre ensayo y función, siempre se podía sacar rato para aprovechar y hacer un picnic entre cuatro paredes.
Bonito era no contar minutos ni acordarse del móvil. Bonito era madrugar, aunque fuera un martes. Bonito era volverse locas con las cortinas corridas a las cinco de la tarde. Bonito era apagar una luz para abrir una ventana. Bonito era que una rampa interrumpiera. Bonito era cuando se ponían escandalosas y despertaban al resto del circo.
Bonitas eran muchas cosas, pero Bonito era... Él.
Bonito era no contar minutos ni acordarse del móvil. Bonito era madrugar, aunque fuera un martes. Bonito era volverse locas con las cortinas corridas a las cinco de la tarde. Bonito era apagar una luz para abrir una ventana. Bonito era que una rampa interrumpiera. Bonito era cuando se ponían escandalosas y despertaban al resto del circo.
Bonitas eran muchas cosas, pero Bonito era... Él.
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