domingo, 8 de febrero de 2015

Bonito

Saber que no estaban solas era bonito, aunque lo bonito eran los pequeños detalles. Un buenos días al despertar o un cómo va todo a media tarde. Entre ensayo y función, siempre se podía sacar rato para aprovechar y hacer un picnic entre cuatro paredes.

Bonito era no contar minutos ni acordarse del móvil. Bonito era madrugar, aunque fuera un martes. Bonito era volverse locas con las cortinas corridas a las cinco de la tarde. Bonito era apagar una luz para abrir una ventana. Bonito era que una rampa interrumpiera. Bonito era cuando se ponían escandalosas y despertaban al resto del circo.

Bonitas eran muchas cosas, pero Bonito era... Él.


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