martes, 23 de noviembre de 2010

Domingo y medio

Sólo con que te digan que el trabajo que debías presentar el jueves es para el siguiente, a veces tiene el efecto de hacerte feliz. La tarde que tenías planeada con largas horas de ordenador e intentos de componer frases medio coherentes sobre la fenomenología de Merleau-Ponty (sí, existe) y café en altas dosis (esto último por placer, aunque te pongas la excusa de que necesitas cafeína para no dormirte), de repente se convierten en horas de Qué-tengo-que-hacer-con-ellas.

Empiezas planteándote todas las cosas que querías hacer esta mañana y que no podrías haber hecho por culpa del dichoso trabajo y al final las horas se pasan decidiendo por dónde empezar. Pero no importa, porque hoy, como los domingos, el tiempo es tuyo. Esta tarde se ha convertido en un domingo de principios de invierno, donde el sol se olvida de salir, el vaho que sale por tu boca durante todo el día te recuerda que la cosa va en serio y deberías hacer tantas cosas... pero por ser "domingo" hoy te permites no hacerlas.

Esta semana tendrá un domingo y medio y gastaré los dos domingos en viajar. El de hoy, con la imaginación soñando estar al norte del norte viendo el Obradoiro al lado de buena compañía; el domingo-domingo, en sobrevolar el cielo desde Valencia a Granada esperando que la semana que viene no sólo hayan dos domingos, sino cinco.

Y mira tú por dónde, tendré suerte...la semana que viene hay puente y visitas.

Hay días y días, pero hoy el tiempo es mío.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Anoche

Las botellas de cerveza esparcidas por todo el comedor son el rastro que deja a su paso el huracán. El sabor a tabaco de la boca y el ambiente cargado son las huellas del crimen cometido contra las cajetillas y los muchos cigarros consumidos. El pinchazo en la sien que siente cuando mueve la cabeza, el recuerdo de días mejores o peores, en todo caso, pasados.
Al intentar recordar la noche pasada, únicamente ve flashes que al intentar compreder, desaparecen. Imágenes inconexas que sólo es posible conseguir con altas dosis de alcohol mezclado con alguna que otra sustancia verde. Intentos malogrados de olvidar y prometer luz nueva bajo la almohada, si es que es posible que allí llegue un mísero rayo de sol. Pero esta noche no, esta noche no han habido lamentos hasta el amanecer, sólo la alegría del reencuentro. Promesas sí, demasiadas como para poder cumplirlas, pero lo importante es que había gente a la que prometer. No esa imitación barata de promesas que una se hace a sí misma y que luego ignora porque dan demasiado miedo o simplemente carecen de sentido. Anoche hubo calor, abrazos, brindis y amigos. Aunque sólo fuera en su imaginación.

lunes, 1 de noviembre de 2010

¿?

¿Es justo decirle a alguien que te está dejando que no lo necesitará nadie como lo necesitas tú?
¿A quién estás extorsionando? ¿A la persona que se va haciéndola sentir responsable de tu infelicidad? ¿O a ti misma al ver que se va la persona que te hacía feliz sin tener que hacer tú nada para serlo?