sábado, 23 de julio de 2011

Delirium tremens

Lo que yo necesito para la felicidad es fácil: risas conocidas, amigos, abrazos, nostalgia controlada... Todo sencillo, todo a una llamada de móvil.

Delirium tremens sin alcohol, sólo dedos que recorren columnas vertebrales, carcajadas que se descontrolan sin avisar, gritos de alegría, poesía, naderías que hacen que la vida sea más fácil y llevadera.

El delirium tremens viene, por mucho que digan los expertos, cuando llega esa hora de la noche en la que ya no sabes a dónde vas, pero sabes que estás acompañada y que no importa el lugar, sólo la compañía; las horas no tan perdidas y las miradas de amigos que se cruzan cargadas de intenciones, las de los extraños que quieren entrar en tu vida. Cualquier cosa vale para que abandones tu cuerpo y quieras ser eterna.

No valen normas o reglas que nos enseñen a vivir; sólo se trata de mí enfrentándome a mi vida. Saber que lo que hoy me gusta mañana quizás no y, aún así, reponerme del golpe y reflotar. Respirar y vivir como si no hubiera otro soplo de aire fresco y esperar que ése sea para siempre. No olvidar que la vida duele, y mucho, pero recordar que la Ciudad del Viento sólo es una canción, que no tiene por qué ser la de mi vida (por mucho que me guste), y tratar de construir castillos en el aire hasta convertirlos en realidad, con cimientos y foso que impidan que los enemigos se acerquen a ellos.

Delirium tremens; no sé si la tercera fase de la desintoxicación o la primera de una nueva vida...

viernes, 22 de julio de 2011

Vuelta a empezar

Quiso tener el poder suficiente para apagar el sol. Soplar, como si fuese una vela, pedir un deseo y apagarlo por unos días; pero el verano había llegado para quedarse y no había sombras en las que esconderse.

Todo y todos seguían moviéndose a su alrededor mientras ella esperaba el bus en la Gran Vía sin notar que ahora ya no existía. No es cierto, lo notaba, pero trataba de ignorarlo. Quería que no fuese verdad, que julio volviera a ser septiembre y que todo volviera a empezar. Se daba cuenta de que era un deseo absurdo y que tenía que volver a su vida, aquélla que había quedado entre paréntesis hacía menos de un año; tenía que seguir con lo que llevaba veintidós años tejiendo y tratando de adaptarse a los nuevos cambios. No valía para eso, lo sabía, pero no había otro remedio.

Respiró hondo y se dio cuenta de que no estaba todo tan mal, de que iba a ser tía por primera vez, de que los amigos de siempre estaban aquí, de que València la recibía como la había dejado y que no le guardaba rencor por un año de ausencia. Reconocía que era exagerada su reacción, que, en el fondo, estaba bien volver. Lo que no entendía era el por qué de esa voz que escuchaba en su cabeza que acababa la frase "Está bien volver..." con un "...pero sólo por un tiempo".

Sólo quería apagar el sol por unos días, por unas horas y controlar la situación.

martes, 5 de julio de 2011

Quiso

Siempre quiso dibujar garabatos en su cuerpo, en zonas escondidas que sólo fueran accesibles a unos pocos privilegiados. Quiso hacerle sentir que todo podría pasar entre ellos, que la luna estaba de su parte.

Quiso saberse deseada, quiso poder regalarle la primavera, el primer rayo de sol, las gotas de una tormenta recogidas en un frasco. Quiso imaginar que Olvido sólo era un nombre; quiso pensar que todo era mentira, que todo volvería a la normalidad cuando el despertador sonara.

Quiso soñar con soles grandes y amarillos, con sábanas revueltas, con cafés fríos compartidos, con eternos retornos, con horas de recreo, con todo y más.

Hasta que un día se cansó de querer y quiso (y pudo).

sábado, 2 de julio de 2011

Adioses

Sin avisar, el tiempo pasó. Llegó, voló y se olvido de todos nosotros. Julio se ha presentado y nos exige despedidas, alguna lágrima y muchas ganas de gritar. Gente, que hace apenas nueve meses no era nadie, se ha convertido en amigos, llamadas recientes en el móvil, mensajes para quedar a última hora.

Alba se va. Yo me iré a regañadientes dentro de unos días dejando a Granada con el color blanco y el calor veraniego como si nunca hubiera estado aquí. Como si todo hubiera sido un sueño, como si el despertador sonara en medio de la noche y nos dijera que lo que hemos tenido al alcance de la mano, hace unos segundos, se ha esfumado.

El calendario siguió pasando mientras nosotras vivíamos ignorándolo. Al final, la realidad vuelve implacable y el último día de junio dio paso al primero de julio, a las cajas que se llenan con objetos que deberían seguir eternamente en las estanterías y sin creérnoslo del todo nos fuimos diciendo adiós los unos a los otros.

En fin, que toca decir adiós a esta vida paralela que me he creado en Granada y volver a Valencia intentando tener una sonrisa en la boca por los que allí me esperan. Sé que esto no es el final, es el principio de todo lo que me espera, pero eso no hace que duela menos. No es una entrada triste, es una entrada para dar las gracias, para recordar lo que ha sido este año y para saber que vuelvo, sea donde sea, aunque no me haya ido nunca del todo.