sábado, 31 de julio de 2010

Sambori


Como Oliveira y La Maga, ellos caminaban sin buscarse pero sabiendo que andaban para encontrarse. Les gustaba descubrirse entre la multitud y fingir sorpresa al verse cada nueva vez. También ellos jugaban al cíclope cuando sus caras se iban acercando y se planteaban que no era posible estar aquí para no poder ser. Buscaban acertar en la siguiente tirada y caer en el Cielo de la rayuela mientras seguían saltando de número en número con la única seguridad que daba la mano del otro cuando le servía de apoyo.
No estaban en París ni se reunían el Club de la Serpiente ni tampoco tenían la vida bohemia con la que siempre habían soñado, pero dentro de la normalidad trataban de buscar esa chispa diferente que los hiciera únicos.
Visto desde la distancia, no dejaban de ser esos ilusos que creen ser distintos, que se sienten afortunados y compadecen al resto de los mortales por no tener lo que ellos poseen; aunque aquello que tienen, o creen tener, no dura para siempre.

martes, 20 de julio de 2010

Pensar Bonito

Estando en armonía con una misma la vida es más feliz,¿¿¿no??? Debemos creer a los expertos y contestar que sí aunque no las tengamos todas con nosotras.Lo que queda claro es que, por lo menos, las angustias son menos y las penas con pan son menos.
¿Pero hasta que punto una ansía ser feliz creyendo que los demás lo son? ¿Hasta qué punto estamos engañadas y creemos que es nuestro deber ser felices? ¿Acaso nuestro miedo es único? ¿Somos las únicas a las que no le sonríe la vida y los demás tienen días de vino y rosas mientras que los nuestros son, los más, de garrafón y espinas? ¿Realmente es creíble que los demás no son tan desgraciados como creemos ser nosotras? Sinceramente creo que la diferencia es que nosotras tenemos tiempo de planteárnoslo, tenemos ese regalo que sólo le es concedido a los niños y a los universitarios: el tiempo. Aunque no lo creamos, el tiempo ahora mismo nos sobra y no tenemos otra cosa en que gastarlo, nada más que en penar, darle vueltas al mismo tema veinticinco veces al día, a la semana,al mes...y por eso los ciclos periódicos de angustia vital se repiten con tanta facilidad.
¿Acaso crees que un hombre en paro, una madre con dos hijos, una señora mayor, un abuelo que debe cuidar al nieto (porque el/la hij@ cometió el error de pensar que podría traer al mundo un niño al que dedicarle tiempo o criarlo sin problemas) o cualquier otra persona que va por la calle corriendo porque no llega al trabajo o simplemente porque cree que tiene prisa, van a pararse a pensar en el drama de sus vidas? Hace años que la vida ya no tiene sentido para ellos, viven en la pecera como peces de colores, que el tiempo es una quimera a conseguir en la próxima vida... ¿van a malgastar el poco que les queda entre las manos, que casi tienen que arañar con las uñas, en medio de unas obligaciones y otras en pensar veinte veces lo mismo? Yo, desde luego, al llegar la noche caería rendida en la cama y nunca habría dormido suficientes horas durante la noche para afrontar el nuevo día.
Así que mi consejo es sencillo: amarguémonos, hundámonos, huyamos (que hoy es siempre todavía), bailemos, cantemos, pensemos veinte veces lo mismo ,¿por qué no? Al fin y al cabo, hoy el tiempo es nuestro único tesoro. Aunque a este consejo tengo otro que añadir: si es posible, démosle la vuelta a algo alegre, pensemos lo mismo todo el día, pero que sea bonito y démonos cuenta de que lo amargo ya vendrá y no tendremos tiempo de pensar en ello, sólo lo viviremos. Disfrutemos del regalo del tiempo, del tesoro del estudiante y del niño (aunque por motivos diferentes) y que no haga falta ponernos de acuerdo los días bajoneros, que el Sindiós al final se tiene que acabar. Que quieras o no, somos mujeres que necesitan creer en algo, como todo ser humano, y el Sindiós no se nos da nada bien...queremos certezas.
La única certeza que tengo para ofrecerte es que la vida pasa y, además, mata. Distrutemos del aión universitario, que el de la niñez ya nos quedó atrás, y ya nos amargaremos cuando llegue el momento (porque llegará...no quiero mentirte) así que pensemos, pero pensemos bonito.

jueves, 15 de julio de 2010

Noche de calor

Anoche se hizo la luz al apagar la de mi habitación. Todo parecía claro y distinto (bendito Descartes). ¿Qué te ha pasado si antes eras tan feliz? Escuché la voz desde detrás de mi cabeza, me giré y no vi a nadie. ¿No te queda nada más que ofrecer? Me volví a girar y seguía sin haber nadie.
Pensé que todo era una alucinación producida por el sol después de un día de playa. Pero aún así no pude ignorar las dos preguntas. Me tumbé en la cama a intentar conciliar el sueño y se convirtió en una lucha contra las sábanas. Ellas se enredaban en mis piernas sin que yo pudiera hacer nada por evitarlo y mientras, el tic-tac del reloj se iba comiendo los minutos hasta convertirse en horas. Una vuelta para un lado, otra para el otro, posición fetal, boca arriba, de nuevo otra vuelta hasta ponerme boca abajo, enfadada...como si la cama fuera el enemigo.
No corría el aire, me ahogaba y las sábanas seguían molestándome. Me levanté y las eché para atrás, bebí agua y volví a la cama. Y otra vez las dos preguntas en el aire. Estaba claro que no iba a domir, así que me levanté y me fui a la calle a pasear mientras pensaba.
Sólo era el calor y lo sabía, pero aún así...¿realmente ya no tenía nada que ofrecer?

miércoles, 7 de julio de 2010

Verano

Estoy rozando el desastre y sé que no hay nada que hacer, que diría Miguel Ríos. Eso es justo lo que pasa, que no tengo nada que hacer y no me digas que estudiar, porque a estudiar no pienso empezar hasta dentro de algún tiempo.
Estoy flotando en el aire irrespirable, como sólo lo sabe ser el aire de julio en Valencia. Ése que no te deja ir por la calle desde las dos hasta las seis de la tarde; ése que te hace sudar sin un motivo claro; ése que te recuerda las nubes del invierno que pide Fito en verano; ése tan caliente que te pega en la cara y parece que te tumbe; ése cargado de humedad que te recuerda que la ansiada playa de invierno se convierta en insoportable en verano (por la gente y por el calor) y ése que hace que nos echemos a las calles en cuanto trae alguna nube con la falsa esperanza de que ella nos calmará el calor. Sólo se trata de un engaño más del verano. Te promete fiestas, amigos, locuras, sinrazones y cosas varias. Tú siempre lo esperas como agua de mayo y piensas en los muchos sirocos que te harán dar un giro a tu vida. El verano es el momento de las esperanzas, esas que se mueren con cada septiembre, cuando te das cuenta de que nada ha cambiado y que la culpa ha sido tuya y sólo tuya.
Pero pensemos, como todos los años, que este verano será distinto y que andaré entre la cirrosis y la sobredosis, con una especie de mueca que recuerde a la sonrisa que tenía cuando era la princesa de la boca de fresa (aunque dudo que alguna vez mi boca haya sido de fresa, si acaso de tabaco y cafés). Daré mi vida entera por llevarme el equipaje estos meses y los que están por venir y trataré de elminiar la mueca.

jueves, 1 de julio de 2010

La Tierra Prometida

A Julio.
Después del mes de junio, que se ha convertido en un mes de peregrinación hacia la Tierra Pometida de julio, es hora ya de convertirnos en el Pueblo Elegido y olvidar de una vez que algún día hubo exámenes y noches sin dormir.
Es hora de asomarnos a ver qué nos depara la Tierra Prometida del verano y de leer sin prisas, de sentir el sol en la piel, de bañarse en el mar, de buscar sitios aún no encontrados, de estar con la gente y sentirse felices, de salir y beber sin remordimientos...
Esa es Mi Tierra Prometida, estoy segura.