viernes, 24 de febrero de 2012

Cuando se quiere...

Se desabrocha una cremallera. Se desajusta una falda. Unos legins caen al suelo. Unas botas ruedan por una alfombra. Dos miradas se encuentran en un mismo momento. Unas manos buscan por debajo de una camisa; otras, inventan recorridos desconocidos por un sujetador. Dos pares de ojos se encuentran. Dejan de buscarse. Dos cuerpos se abren y sonríen al exterior, muchos muros se han derribado sin querer. Un dedo recorre una columna vertebral, un escalofrío responde.

Todo son ganas: de descubrir, de probar, de soñar con un futuro diferente, de intuir lo que está por venir. Todo son intentos por prolongar un momento que ha decidido no terminar.

La noche se convierte en mañana, la mañana, en tarde. La tarde en más tarde todavía. Todavía sigue existiendo. No se quiere terminar lo que ha empezado sin querer. Una ducha como excusa, un baile lento en medio del comedor, una sábana mal colocada, una canción que suena en el momento oportuno...

Cuando se quiere, todo puede ser.

martes, 21 de febrero de 2012

València

Dimecres, dijouos, ahir, hui. Sí, ja es pot dir: València ha despertat.

lunes, 6 de febrero de 2012

Luna llena

Allí estaba ella, en una de aquellas horas de la tarde en las que no sabes si la luna es anaranjada o, es que, el sol aún no ha desaparecido del todo.

Luna llena, redonda. Ésa que hacía soñar a los niños con ser astronautas o volar tan alto como para poder alcanzarla; curiosamente, la misma que, también, en los adultos disparaba la imaginación y despertaba en ellos ganas. Ganas de lo que fuera, de todo lo que incluyera un cuerpo más en una estrecha cama o la bañera; un momento de éxtasis que hiciera que un día, que había empezado demasiado pronto, no terminara hasta la mañana siguiente, hasta que el sol volviera a ponerla naranja, el amanecer siguiente.

Trataba de saber con lo que soñaba ella, si con volar o con alargar el día. Hasta que por fin se dio cuenta: sólo quería soñar con volar mientras alargaba el día. Todo se podía combinar.