lunes, 23 de marzo de 2015

Lluvia

"Mañana me escribirás lo que no te atreves a decirme ahora", le decían a la Funambulista. No era eso, aunque también, la iban conociendo. Era, más bien, una necesidad de procesado de información y un controlar por dónde andaban los cables tendidos, dejar respirar y disfrutar los momentos intensos. Luego, vendría la lluvia.

Ya ha dicho que, entre miradas cruzadas, no sabe manejarse; pero, también es cierto, que iba haciendo sus pinitos en las últimas actuaciones. Cables y cuerdas, cintas y antifaces. Focos encendidos sin que ella sea consciente de ello y pida explicaciones absurdas. De ésas de dos y pico de la madrugada. Ojos que reconoces sólo si se cierran al reír, con todas esas pestañas, o te miran y piensan que no lo notas. Ojos que no son grandes, pero sabes que te recorren cuando hay un silencio y que te producen ganas de besar bocas, una en concreto. O de abrir la tuya. Que también tiene lo suyo. La Funambulista se guarda ese momento para ella. Disculpen las molestias.

Al final, iba a resultar que tenían razón. Necesitaba un tiempo y escribir, para poder reaccionar. Estaba contenta y, además, llovía.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Hay

Hay tardes que se hacen noches y noches que nacen mañana entre el sonido de fondo. Hay almuerzos olvidados que vuelven. Hay días en los que se tiende la colada.

Hay silencios que no necesitan traducción. Hay palabras que no llegan a explicar lo que se siente del todo.

Hay días en los que una no comprende por qué se arrastra por el mundo y vuelve a vivir. Con ganas.

Hay, también, momentos escandalosos y otros que sudan almohadas. Hay dedos que despiertan a gritos y otros que prefieren el silencio de una cama. 

"De todo hay", dicen. "Hay", aunque nunca sepan cómo escribirlo. O pronunciarlo. Pero están seguras de quererlo.