jueves, 25 de septiembre de 2014

Hay veces

Siempre se dice que hay promesas que no valen nada, pero es que hay veces que las promesas sobran. Hay veces en las que se está segura (o medio) del suelo que se pisa. Se sabe resbaladizo, complicado, sin un último peldaño. En esas ocasiones es mejor no pensar, subirse al cable o al trapecio y olvidar el posible golpe.

Hay veces que llueve aunque haya sol; hay veces en las que el escenario parece antiguo pero lo que se vive dentro es muy nuevo. Hay, otras, en las que no necesitas nada para saber que una ducha rejuvenece. También hay otras en las que no hace falta nada más que una cama.

Hay veces en las que no hace falta decir que "siempre hay veces". A veces pasa.

2 comentarios:

  1. El saltimbanqui atravesó la escena sin tapujos. Entre brinco y voltereta sonreía al público y miraba de reojo el trapecio. Se sabía observado y no renunciaba a su minuto de gloria. Tan pendiente de su actuación andaba que no vió la mesa que tenía preparada el prestidigitador para el siguiente número. El tropezón era inevitable y las risas del público comprensibles, pero lo que más le dolió fué ver al payaso cojo copiar el suceso para mejorar su actuación, y a la trapecista reirse con él. Cosas del circo.

    ResponderEliminar
  2. Se le ve más legal (poco más) que al Prestidigitador y más alegre que al Payaso. Por lo menos nota la sensación de ingravidez. Algo es algo, a veces.

    De todas formas, la Funambulista nunca sabe con quién se encuentra. A veces viene uno y, al acabar el día, se convierte en otro. ¿Serán el mismo? ¿Marcarán distancias? ¿Tendrán algo que decirse cuando haya acabado la función?

    Ellos (él) sabrán. Que vigile las mesitas, las duchas, los cabeceros de cama... Pero que sepa que están esperando su próximo choque contra él.

    Todo lo demás sólo es tiempo perdido.

    M.

    ResponderEliminar