domingo, 10 de marzo de 2013

Jaredí del autocastigo


Supongo que lo peor de todo es el autocastigo y lo tengo comprobado. No por nada, sino porque nunca se tiene claro, al cien por cien, la cantidad de culpa que se ha de asumir, tampoco la pena a imponer(se). Imagino que es por el hecho de ser uno mismo juez y parte y las pocas ganas que tenemos, después de un día largo, de aguantar más calvarios.

Si el autocastigo fuera realmente útil o provechoso, seguro que alguien habría montado ya un negocio entorno a él; en el mundo en el que vivimos, hasta eso podría ser rentable. No sé, imagino un anuncio tipo "No más noches en balde pensando tu propio castigo. Confía en nosotros, te solucionamos la papeleta buscando un castigo apropiado para ti". Pero eso me suena más a publicidad de banco que a momentos a solas con uno mismo.

No te equivoques, soy una acérrima del autocastiguismo, lo practico constantemente. Podría ser la jefa del banco, si existiera, y la que marcara mis propios pasos; pero también, una especie de jaredí que siguiera la senda marcada y que únicamente se dedicara a reandarla.

La clave es ésa, soy la jaredí atípica. Nadie viene a imponerme nada porque ya lo hago yo por ellos. Repito rutinas diarias que no sé cuándo llegué a adquirir ni dónde piensan llevarme. Las sigo como a cualquier libro sagrado y me empeño en pensar, vanamente, que el resultado será distinto con cada luna llena.

Me engaño pensando que no sigo un patrón de conducta, que no le he de rendir cuentas a nadie. Trato de imaginar que los sábados por la noche a solas los he elegido yo pero, al final, sólo me encuentro conmigo. Sí, detrás viene el autocastigo. Ése del que sólo se es consciente cuando lo tienes encima y del que no sabes cómo salir, con anuncios o sin ellos; ése que te muestra que tu inverno "no dará paso a ninguna florida primavera y que ésta no precederá a ningún verano invencible"

p.d. "Autocastigo", de Kutxi Romero http://elsentirnosesiente.blogspot.com.es/2013/01/autocastigo-kutxi-romero.html



1 comentario:

  1. Es el peor de los castigos vaya que sí. Nunca parece que se haya aplicado suficiente pena. Ai, ai, ai.. uno corre el peligro de alargarlo de por vida. Igual vale la pena preguntar un asesor!

    ResponderEliminar