miércoles, 23 de mayo de 2012

Absurdamente absurdo

Uno se da cuenta de que la cordura no existe cuando siente el absurdo sobre la cabeza. Cuando, como Sísifo, se comprende que tanto da arrastrar de nuevo la piedra colina arriba o no, porque se sabe condenado a repetirlo eternamente; es cuando tienes la certeza de que Pandora no consiguió salvar la Esperanza en su caja después de todo.

Es como si el vacío estuviera bajo tus pies y ya no quedara ningún asidero o un solo cable al que cogerse para evitar la angustia de ese segundo incierto antes de caer, tan absurdo como el resto. Ya nada, sólo ingravidez y miedo ante un vacío que devora y que, únicamente, promete tormento. Cuando te comprendes en ese punto hasta respirar resulta impensable.

El aire se vuelve espeso y las caras se difuminan, se convierten en máscaras desconocidas, al tiempo que, sus bocas se retuercen en esa sonrisa fantasmal no tan desconocida. Ya nadie importa, ni siquiera uno mismo; nada es ya algo... simplemente, todo deja de tener el sentido que un día creíste que tenía.

El absurdo lo es todo: es un mundo que se hunde sin tener ninguna idea de cómo salvarse, es ese futuro que ya no es incierto, sólo inexistente; también es esa cantidad de gente que quiere trabajar y no puede hacerlo. Lo somos todos y cada uno de nosotros. Todos colaboramos en esa hazaña dudosa de hacerlo todavía más grotesco.

No, no intentes salvarte o creerte ya salvado de él. Cuando llegas, lo miras de cerca y ves la locura en unos ojos cuando te miras al espejo, lo sabes. De ahí nadie nunca podrá salvarte. Ni un dios, ni el amor y tampoco esos momentos de tregua en los que desearías quedarte para siempre. Simplemente es imposible, el absurdo ya te ha devorado, como Crono a sus hijos.

Tal vez tú seas más fuerte, quizás, encuentres a alguien que te salve como hizo Rea con Zeus. Lo cierto es que, seguramente, nadie consiga arrancarte de los brazos de un padre hambriento.

Sí, cada vez somos más, seguimos esperándote. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario