lunes, 6 de abril de 2015

Sin prisas

El Payaso Interino vino a sustituir al Cojo, las dos lo agradecieron. Aquel ser no tenía luz, no quería seguir avanzando con el Circo; fueron, suponían, demasiados los momentos en los que el público no había aplaudido ante su actuación. 

Ahora había llegado un sustituto, Interino, se hacía llamar. Las dos le dieron la bienvenida al Circo y pensaron "ya era hora de que llegara algo así". La Trapecista seguía con sus cosas, mientras que la Funambulista no dejaba de preguntarse, por primera vez en mucho tiempo, cuál podría haber sido el número que había llevado a este Payaso al Circo. 

Encuentros y azares, imaginaba ella. El tiempo fue dictaminando las actuaciones, poco a poco, y sin prisas. Sin saber cómo, el Interino y Ella se encontraban en algún rincón del Circo que sólo estaba reservado para los artistas. Playas, cuando actuaban en público; Camerinos, cuando la prisa urgía. Noches, cuando necesitaban más tiempo. Mañanas cortas, cuando había prisas. Desayunos de verdad, cuando no había relojes. Sin prisas. 
  
Resulta que no era un Payaso Interino. Al final, iban a hacerlo Funcionario. 

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