miércoles, 1 de abril de 2015

Resumir

Quizá, como resumen, se quedaban cortas y nunca sabían qué tecla tocar. Siempre quedaban frases no dichas o un "y yo más" cuando miraban al público. No solían contar sus historias mientras tenían por delante a un Prestidigitador, un Saltimbanqui, un Ilusionista y la Dueña cerrando el espectáculo en la pista.

Hacían su número en la función y se recogían. Los aplausos del público eran secundarios, pero se emocionaban al sentir la pista llena de espectadores. Ya lo sabéis, nunca quisieron ser las protagonistas, pero seguían sin despreciar un buen aplauso.

Por lo que sé de ellas, en el Circo, siguen vivas. Intentan sorprender cada noche y buscan nuevos números para sorprender a la gente; que vayan al Circo y no se quieran ir de allí.

De momento, el público es fiel. Cada nueva actuación soporta sus risas y sus desmanes. Las dos se mueven alegres y encantadas por emocionar. Para eso han venido; para hacer acrobacias dentro de una nueva escena que se plantea algo más complicada de lo que decían por ahí.

A pesar de todo, saben que el público les sigue, por eso están felices. No necesitan más, dicen. The show must go on, suponen. Quieren que el Circo siga vivo, aunque sea a cambio de nada. Cueste lo que cueste.

¿Quién sabe? Igual no era tan sencillo resumir. 

1 comentario:

  1. La chica para todo1 de abril de 2015, 16:20

    Era cierto, un nuevo ambiente se respiraba en el circo. El motorista fantasma no aparecía por allí desde hacia tiempo y, lo que es más raro, a la dueña no se la veía apesadumbrada. Era como si hubiera conseguido desembarazarse de un lastre incómodo.
    Incluso se había atrevido a sustituir su número con un nuevo equilibrista sobre la bicicleta, un chaval solitario y reservado, tímido y esquivo, que observaba la fauna circense con deleite disimulado.
    Era evidente que cuando las chicas salían a pista, él contenía la respiración, las observaba con sufrimiento estoico hasta que finalizaban el número. Entonces suspiraba hondo, se calaba el casco e iniciaba su actuación.
    La dueña reía con el nuevo fichaje, sobre todo porque al público le encantaba la juventud y frescura del nuevo personaje, corría paralelo al espíritu de los tiempos, de renovación y cambio.
    Ciertamente, algo había cambiado en el circo, y eso se notaba, sobre todo, en las chicas, que continuaban con su porte triste, pero con una sonrisa esporádica que daba sentido a su tristeza. Eran nuevos tiempos, ciertamente.

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