martes, 20 de abril de 2010

Voces

Estando esta mañana en el bar (como casi todas las mañanas) acompañada por un café, el “Tratado de la Naturaleza Humana” de Hume y el ruido de fondo, he escuchado la voz de un hombre que ha venido a pedir disculpas a la dueña por el retraso en un pedido. Era una de esas voces profundas, que parecen pertenecer a un hombre cabal y serio (aunque la mayor parte de las veces la apariencia no es real).

Me he dado cuenta de que las voces fácilmente me (des)equilibran y no ha sido la primera vez que me ha pasado. Al escuchar a Sabina me transporto a bares oscuros llenos de humo, olor a alcohol y promesas sexuales para una noche. Cuando escucho blues y jazz, aparezco en medio de una calle de Nueva Orleans siguiendo el ritmo con un pie. Si la música de fondo es Ismael Serrano, me entran ganas de revolución y, a la vez, me apetece meterme debajo de una manta a escucharlo con los ojos cerrados y únicamente salir de vez en cuando para fumarme un cigarro y perderme en el humo. Si pongo Manolo García o Revólver me hacen darme cuenta de que jamás escribiré como ellos y ganas me dan de apagar el reproductor y echarme a dormir… pero no puedo, al final sólo busco los días de vino y rosas en las puntas de los alfileres en mi vida.

En fin, que la voz me ha dado que pensar… y he recordado al “genio meditación de la especie” de Schopenhauer que sólo habla de mirarnos un poco más de lo normal al encontrarnos con alguien por la calle y se olvida de la voz. Me gustan las voces, no lo puedo evitar. Aunque pensándolo bien, no me gustan todas.

Me gustan las voces que susurran en los oídos; no me gustan las que hablan demasiado alto en el metro. Me gustan las voces de amig@s que reconoces en los bares; no me gustan las de las niñas que chillan al famoso de turno. Me gustan las voces que consuelan cuando estás mal, incluso los “shhhh” mientras te frotan la espalda; no me gustan las voces de la gente que habla sin tener nada que decir únicamente porque no soporta el silencio mientras está con alguien. De hecho, me gusta la voz del silencio (es la única que quiero escuchar de nueve a doce de la noche) y no me gusta la voz del NODO (no me gusta nada que venga de esa época, que mucho más allá de ser olvidada debe ser juzgada y condenada). Me gusta la voz de la gente a la que quiero, me gusta oírla al otro lado del teléfono, escrita en un mail o plasmada en un abrazo.

No sé, puede que haya voces que no me gusten y me desequilibren, pero hay otras muchas que hacen que, por unos instantes, me sienta totalmente equilibrada y me olvide del Koyanisquatsy.

3 comentarios:

  1. a mi me encanta tu voz. Tu voz escrita, tu voz hablada o cantada. En tu lengua o en la mía. La cosa es, que tu voz es de las buenas.

    :)

    ResponderEliminar
  2. Però com pot ser una persona tan, però tan, bonica??
    La teua sí que es bonica, sobre tot la de les abraçades. I t'ho dic en el teu idioma, encara que siga en la meua veu.
    Besets, cor.

    ResponderEliminar
  3. ie xicueles...estic totalment d'acord, les dos teniu una veu estupenda i espere poder sentir-la, com dieu, amb abraçades, caricies (caricies al monyo,Maria!!), amb cartes o mails...amb el silenci, perque tot s'ha de dir, vosaltres sou de les que puc sentarme al costat per mantindre una conversa silenciosa, una conversa muda. El fet es que sí, m'agraden les vostres veus i estic un munt de contenta per haber-les sentides d'una forma o d'altra. Un beset enorme a les dos!cuide-vos...fins el dilluns, o el dimarts...muak!

    ResponderEliminar