domingo, 10 de junio de 2012

Hasta las narices

Supongo que sí, que ya es un hecho: el esperpento ha vuelto a nuestras vidas y, por lo visto, para quedarse. Ya no hablo del no-rescate, sino de todo. La vida, cada vez menos digna de ser vivida, se abre huecos a codazos mientras nosotros, estupefactos, sólo sabemos dejarle sitio y no pedir ni siquiera un triste gracias.

Sí, lo sabemos, el Estado del Bienestar nos ha dejado para no volver (al menos, en mucho tiempo, de nosotros depende), la sanidad se va a convertir en lujo, casi tanto, como el comer. No hay trabajo, pero seguimos animando a once tíos corriendo detrás de una pelota (que, por cierto, nunca han de sentir la crisis); no hay alegría, pero seguimos conformándonos con un blues de saxo en un bar oscuro.

Seguimos como pollos sin cabeza, pero lo peor de todo es que los que nos dirigen están tan perdidos como nosotros. Ahora, España va a tener un rescate, pero diferente, una nueva técnica de "a ver cómo sale". Total, ¿qué hemos de perder? ¿La vida tal como la conocemos, cenar todos los días, trabajar hasta antes de no tener fuerzas para hacerlo? Eso no es nada, es que somos unos egoístas... Aún no hemos entendido que para que nosotros estemos bien, Europa, sea quien sea ella, debe estar mejor todavía.

Yo, ignorante, ilusa estudiante que mañana querrá un trabajo (ya ves, así de rara soy), me pregunto si realmente todo esta mierda merece la pena. Lo cierto es que no sé qué dirección tomar, a qué señal de tráfico hacerle caso. Algunas veces me encuentro con el Ceda, pero no estoy dispuesta a esperar a que nadie decida por mí. Otras, Stop me marca el día, ni que decir tiene que el "prohibido girar a la izquierda" hace ya meses que se ha convertido en una regla y de muy mal gusto, por cierto.

Sí, lo sé, no tengo respuestas. Sólo me quedan preguntas, quizá Max Estrella supiera sacarnos de aquí. Lo cierto es que sólo nos pide sacrificio a nosotros alguien que se va a ver a once tíos jugar porque, según cree él, ya está todo solucionado. Una señora que me da miedo dice que no va a haber rescate, pero al final lo ha habido; un calvo con los hombros muy grandes no sabe qué posición adoptar... Yo sólo sé que no sé nada, quizá ellos deban ser igual de sinceros, por una vez.

Sólo espero no tener que salir de aquí, no tener que esconder que vengo de un país de águilas, gaviotas y rosas que me avergüenza. Sólo quiero vivir y no, no por encima de mis posibilidades, sólo dignamente. Como tú, como todos. Bueno, como todos no... Hay once tíos que ganarán lo que sea, otro señor que va a verlos, un príncipe y su mujer que se abrazan con el empate...

Pero no te equivoques, ninguno de ellos son nosotros. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario