viernes, 21 de mayo de 2010

Respirar

Miro la luna y me imagino en un bar triste, lúgubre y lleno de humo. Me veo sentanda esperando a que aparezca en la puerta una figura desconocida que se dirija a mí y se siente en mi mesa. No quiero hablar, sólo sentirme acompañada y observar a los bebedores contarle sus miserias al camarero mientras la vida sigue pasando trago a trago.

La noche empieza a amenazar con convertirse en día y yo sigo sintiéndome sola en un bar al que no habría entrado nunca de no ser por la música jazz y blues que repica en cada copa. Miro mi cerveza, enciendo otro cigarro y espero que este último trago calme lo que llevo acallando durante meses en mi cabeza. Espero que todo se borre, que cada miembro se descontrole y que, por fin, todo sea locura. Abandonarme a la sensación de libertad, comprender que nada de lo que hago importa, sentirme feliz durante unos instantes para volver, mañana, a la vida renovada. Levantarme sin resaca y pensar que todo va a ir a mejor (seguir engñándome) y olvidarme de quien soy y de quien pude ser alguna vez. Sólo vivir, sólo respirar.

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